Apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clésimo y caían en hidromurias, en salvajes ambonios, en sustalos exasperantes. Cada vez que él procuraba relamar las incopelusas, se enredaba en un grimado quejumbroso y tenía que envulsionarse de cara al nóvalo, sintiendo cómo poco a poco las arnillas se espejunaban, se iban apeltronando, reduplimiendo, hasta quedar tendido como el trimalciato de ergomanina al que se le han dejado caer unas fílulas de cariaconcia. Y sin embargo era apenas el principio porque en un momento dado ella se tordulaba los hurgalios, consintiendo en que él aproximara suavemente sus orfelunios. Apenas se entrepluamaban, algo como un ulucordio los encrestoriaba, los extrayuxtaba y paramovía, de pronto era el clinón, la esterfurosa convulcante de las mátricas, la jadehollante embocapluvia del orgumio, los esproemios del merpasmo en una sobrehumítica agopausa. ¡Evohé! ¡Evohé! Volposados en la cresta del murelio, se sentían balparamar, perlinos y márulos. Temblaba el troc, se verncían las marioplumas, y todo se resolviraba en un profundo pínice, en niolamas de argutendidas gasas, en carinias casi creules que los ordopenaban hasta el límite de las gunfias.
sábado, 29 de octubre de 2011
sábado, 24 de septiembre de 2011
Yo, mi angustia y mi existencia
¿Llegamos a disipar o a disminuir nuestra angustia? Lo cierto es que no podríamos suprimirla puesto que nosotros mismos somos angustia
Entonces, de repente, ahí estaba, claro como el día: la existencia se había sacado el velo repentinamente. Había perdido de pronto su cualidad abstracta: era la sustancia misma de las cosas. La diversidad de los objetos, su individualidad, era solo una apariencia, un barniz. Y este barniz se había fundido, dejando tras de si monstruosas masas blandas en desorden, desnudas, con una terrible y obscena desnudez
El infierno son los otros
No hay necesidad de fuego, el infierno son los otros
Si nuestros círculos sociales son viciados, y las personas con las que tratamos retorcidas, el otro no puede ser algo distinto que el infierno. Los otros son el fondo lo más importante que tenemos para nuestro propio conocomiento de nosotros. En los momentos que nos detenemos a pensar acerca de nosotros, al tratar de conocernos, en el fondo estamos utilizando la idea que los otros ya tienen de nosotros, nos juzgamos con los medios que los otros tienen.
viernes, 9 de septiembre de 2011
El pájaro que da cuerda al mundo
Aparece en la madrugada, cuando la luz lunar genera azules luces y escabrosas sombras, empuja algunas estrellas y el cielo en una constelación se abre como una puerta. Pasado un tiempo no tan corto se escucha un leve sonido (cri-cri), mientras esto sucede el mundo queda quieto, sumergido en silencio (cri-cri), un momento después el viento mueve las hojas de los arbustos, trayendo consiguo el olor de un nuevo comienzo, el reloj-cronómetro empieza a funcionar.
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